martes, 15 de febrero de 2011

¿LENGUAJE SEXISTA?


Para empezar

A lo largo de este texto hablaremos sobre el lenguaje sexista y para hacerlo, ¿qué tal empezar por una misma palabra que tiene una acepción distinta en masculino que en femenino de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española ?

Dios: (Del lat. deus). 1. m. Ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo.
2. m. Deidad a que dan o han dado culto las diversas religiones.

Diosa: (De dios). 1. f. Deidad femenina.



El lenguaje sexista

En la escuela, desde los primeros años de la educación básica, es importante que al abordar temas relacionados con Derechos Humanos o valores para la convivencia se trabaje sobre el concepto de lenguaje sexista y se reflexione en torno a sus implicaciones en la vida cotidiana, sobre todo en términos de igualdad.

Se puede empezar por reconocer que el lenguaje sexista expresa la diferencia entre géneros, creando la idea de una falsa desventaja de uno frente al otro. Lo común es que el femenino se subordine al masculino, pues históricamente a la mujer se le ha concedido menor valor, habilidades y capacidades que al hombre. El lenguaje sexista desvaloriza a las personas y es reconocido como una forma de discriminación.

El lenguaje es la expresión del pensamiento, el modo en que los seres humanos representamos y nombramos el mundo, y una de las formas más poderosas que tenemos para comunicarnos y dejar testimonio de lo que somos; por lo que resulta lógico afirmar que las personas decimos en congruencia con nuestras ideas, pensamientos y sentimientos.

En este sentido, la forma en que hablamos y escribimos sobre lo masculino y femenino reproduce la imagen y las creencias que tenemos al respecto y el lugar que ocupan o deben ocupar hombres y mujeres en los diversos ámbitos de la vida.

Por ejemplo, en dichos, refranes u otro tipo de frases que usamos a diario, se hace una crítica al modelo que, durante mucho tiempo, socialmente ha caracterizado a la mujer —comportamiento y actitudes— con conceptos y calificativos del tipo: ”Dos mujeres juntas ni difuntas”, “A las mujeres ni todo el amor ni todo el dinero”, etcétera. Por otra parte, están las frases que nos muestran cómo se espera que sea una mujer; es decir, el ideal femenino: “Las mujeres como las escopetas: cargadas y en el rincón”, entre otras.


Como dato complementario, las primeras en denunciar y mostrarse inconformes ante el lenguaje sexista fueron las mujeres pertenecientes a diversos movimientos feministas, quienes iniciaron sus protestas hace más de cincuenta años y hasta hoy el cambio no ha sido significativo aunque ha habido avances. A partir de entonces se motivó la búsqueda de nuevas formas de expresión en donde estuviera implícita la equidad.

El primer paso fue incluir en cualquier discurso —hablado o escrito— a ambos géneros: niñas y niños, señoras y señores, chicos y chicas, y todas sus posibilidades.

La escuela es el lugar ideal para iniciar transformaciones, para hacer realidad los principios de igualdad y no discriminación en todas sus formas, incluida la que se produce en función del género.

Yo utilizo el lenguaje sexista, tú utilizas...

Hombres y mujeres lo utilizamos y es tan común que tal vez ni siquiera somos conscientes de ello. Tras reflexionar con los estudiantes sobre lo que es e implica el lenguaje sexista, es bueno detectarlo a través del análisis de los discursos que forman parte de la vida cotidiana; para reconocer cuándo lo utilizamos o lo hacen otros.

La paradoja está en que es justamente a las mujeres a quienes les cuesta más trabajo modificar el lenguaje para nombrarse a sí mismas; parece más fácil decir “nosotros” que “nosotras” y eso no es más que una cuestión cultural que una norma académica o propia del lenguaje coloquial.


En el vocabulario común existen, por mucho, más palabras para referirse a las mujeres en términos sexuales que a los varones; de hecho, palabras que en masculino se refieren a alguna actitud sin connotaciones negativas o a algún animal o cosa, al trasladarse al femenino pueden resultar ofensivas; eso sucede con palabras como zorro, perro, aventurero, hombrezuelo, hombre público, golfo, lobo o ligero. Además es común escuchar cosas como “Tiene dos mujeres y puede muy bien con ellas, qué hábil” y en contraparte “Engañó a su marido, no vale nada”.

Para trabajar con el grupo: una buena idea es realizar una pequeña actividad donde la premisa sea reconocer palabras sexistas que sean humillantes o peyorativas para la mujer; después el docente moderará una especie de debate donde se analice si nuestra lengua tiende a discriminar al género femenino y por qué.

Aunque cada vez es menos común, en muchos libros de texto, literarios, de consulta o divulgación, encontramos frases como “Los avances del hombre”, “La historia del hombre” o “Los derechos fundamentales del hombre”. Aunque esas frases se refieren a lo humano en general, el modo en que están redactadas anula al género femenino.

Es común que el masculino se utilice como neutro, como si abarcara ambos géneros, así ha sido por mucho tiempo y como sabemos la repetición y el reforzamiento de los valores se logra a través del uso del lenguaje.

Para trabajar con el grupo: resulta una actividad atractiva para los estudiantes que, por equipos, busquen en diversos tipos de textos diez palabras o frases que puedan considerarse sexistas. Después tendrán que volverlas a redactar de modo que hombres y mujeres queden incluidos.





A finales del siglo XX, la Real Academia Española aceptó como correcto que si un discurso se dirige a un grupo, es correcto hacerlo de acuerdo con el género de la mayoría; es decir, a mayor cantidad de mujeres en femenino y viceversa. Pero eso, aunque es norma, raramente sucede. En la vida cotidiana si aparece un solo hombre en compañía de un grupo de mujeres los adjetivos no se dicen en femenino sino en masculino.

Escenas como la siguiente se reproducen todos los días sin importar lo que la Real Academia Española opine al respecto:

En una junta vecinal están todas las mujeres que habitan las casas de la calle; el coordinador se dirige a ellas:

—Señoras, es necesario organizar una cuadrilla que vaya a la delegación para pedir que se solucione el problema del drenaje, ustedes decidan quiénes irán, todas participen en la elección.

De pronto entra en escena un varón, viene agitado y parece que tuvo que andar mucho para llegar a tiempo. A prisa se incorpora con las mujeres. El coordinador lo mira de reojo; da un tiempo prudente y vuelve a dirigirse al grupo:

—Pues bien señores, ¿ya saben quiénes los representarán?



¿Qué sucedió? En el momento en que entró el varón, el grupo perdió su identidad femenina y la cambió por una masculina; sin importar las normas lingüísticas, estamos acostumbrados a que la identidad idiomática de las mujeres se pierda en presencia de los hombres.

Para trabajar con el grupo: se puede proponer al grupo una situación similar pero a la inversa, y cuestionar ¿cómo se sentirían niñas y niños, chicas y chicos con esto? Adicionalmente se les indica que, en forma individual, revisen la forma en que hablan o escriben cuando se dirigen a grupos formados por hombres y mujeres; tras hacerlo, pueden elaborar una “lista de errores sexistas” que será posible compartir con los demás en plenaria.


A veces en la escuela, por la fuerza de la costumbre, para referirse al grupo en general se utilizan palabras como “niños”, “chicos”, “jóvenes” o “muchachos” como genérico, palabras que también excluyen al género femenino. De hecho, muchos de los nombres de los concursos son del tipo: “Concurso infantil el niño y...” ¿Y la niña? O se convoca a los autores a...



Para trabajar con uno mismo: como profesores sería bueno preguntarnos, ¿cómo nos dirigimos al grupo?, ¿en masculino?, ¿masculino y femenino?, ¿neutro? ¿Cuál es la mejor forma y por qué?

La regla de la inversión

Diversas organizaciones que promueven la igualdad y, por tanto, la eliminación del lenguaje sexista, explican que el primer paso es detectarlo y, para hacerlo, una buena estrategia es la regla de inversión que consiste en cambiar los términos que hacen referencia al género masculino por términos en femenino. Si el resultado modifica en lo sustancial el contenido de la frase o, al menos, suena extraño, habremos detectado sexismo lingüístico.



Para trabajar con el grupo: se puede aplicar la regla de inversión a diversos tipos de textos: literarios, periodísticos, de divulgación, etcétera.


A- Nota original

Invasión turística
Los visitantes con cámaras entran en tropel al cráter Ngorongoro para acechar a los leones, a los elefantes y otros supervivientes del África salvaje que empieza a desaparecer.
Esta caldera extinta es una atracción y una fuente importante de ingresos en Tanzania, uno de los países más pobres de la Tierra.
Pero los turistas –aproximadamente 250 mil en 2004- también invaden los estrechos caminos, agotan los escasos recursos hidráulicos y trastornan la vida salvaje.

En la versión original
las mujeres no se notan en los hechos,
¿no viajan o toman fotografías?
Pareciera que no.



B- Nota con regla de la inversión

Invasión turística
Las visitantes con cámaras entran en tropel al cráter Nogorongoro para acechar a las leonas, a las elefantas y a otras supervivientes del África salvaje que empieza a desvanecerse.
Esa caldera extinta es una atracción y una fuente importante de ingresos en Tanzania, uno de los países más pobres de la Tierra.
Pero las turistas – aproximadamente 250 mil en 2004- también invaden los estrechos caminos, agotan los escasos recursos hidráulicos y trastornan la vida salvaje.

En esta versión
los hombres desaparecen de los hechos.



C- Nota con perspectiva de género aplicada

Invasión turística
Visitantes con cámaras entran en tropel al cráter Ngorongoro para acechar a las manadas de leones, elefantes y otras especies supervivientes del África salvaje que empieza a desvanecerse.
Esta caldera extinta es una atracción y una fuente importante de ingresos en Tanzania, uno de los países más pobres de la Tierra.
Pero el turismo – aproximadamente 250 mil personas en 2004- también invade los estrechos caminos, agota los escasos recursos hidráulicos y transtorna la vida salvaje.

En esta última redacción,
se incluye a hombres y mujeres.



Cambiar nuestros pensamientos para representar un mundo nuevo
a través del lenguaje

Es innegable que los cambios se están dando en las vidas de hombres y mujeres, mientras los hombres comienzan a participar más en tareas que antes eran consideradas propias del género femenino, las mujeres se insertan rápidamente en los ámbitos que antes eran reservados a los varones; así nuestra forma de pensar, y expresarnos no puede permanecer al margen de las transformaciones; el propósito es liberar al lenguaje de estereotipos sexistas.

La persistencia de imágenes estereotipadas para ambos sexos que reproducen y consolidan roles en función del género y no de las habilidades y capacidades personales dificultan las relaciones de igualdad entre géneros.



Por último

El lenguaje también nos da la oportunidad de modificar estereotipos, creencias y estereotipos que no facilitan la convivencia igualitaria; el propósito es utilizar un lenguaje que no discrimine, donde hombres y mujeres sean visibles y protagonistas, y donde incluyamos nuevas palabras que enriquezcan nuestro vocabulario y, por supuesto, nuestras relaciones.

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